 
En
el siglo V, y a la vista del poco éxito que entre las gentes de
Irlanda encontraban sus predicaciones, san Brandán o Brendano, que en
las islas Canarias es recordado con el nombre de san Borondón, por
consejo de san Barinto y en compañía de siete compañeros ermitaños -hay
quien dice que fueron catorce--, se embarcó para abandonar aquella
isla y viajar en busca de otras donde sus prédicas fuesen bien
aceptadas. En especial buscaba la famosa isla Deleitosa, la isla
paradisíaca que se ha conocido también con el nombre de Encubierta, Non
Troubada, Encantada o Perdida, donde se asegura que viven los "niños
de agua", niños maltratados a quienes las hadas adoptaron, vigilados
por la señora "Seteharalomismoquetuhiciste" y premiados los días de
fiesta por su hermana, la señora "Hazloquetegustariaquetehicieran".
Hay
narradores que dicen que san Borondón llegó a encontrar aquella isla,
pero muchos otros aseguran que no fue así, sino que el santo y sus
compañeros de tripulación, tras un viaje lleno de tribulaciones y
accidentes, y de arribar a diferentes islas y abandonarlas, avistaron
una isla hermosísima, cubierta de vegetación espesa y refulgente entre
la que brillaban miles de flores, sobrevolada de pájaros con plumas de
todos los colores.
Imaginando que se trataba de la
isla que con tanto ahínco habían ido buscando, los santos viajeros
atracaron junto a ella su embarcación, buscaron leña para preparar un
buen fuego con que secar sus ropas empapadas y se dispusieron a
celebrar la misa de la Pascua de Resurrección, que aquel mismo día se
conmemoraba.Cuando estaban en medio de la misa, el suelo empezó a
moverse bajo sus pies y los santos navegantes descubrieron,
horrorizados, que la aparente isla no era sino un gigantesco animal
marino, el pez que llaman jasconio, el primero de los que nadaron en el
mar, que debía de llevar dormido muchísimo tiempo, tanto como para
hacer posible la fructificación de aquella espléndida vegetación sobre
su piel, pero al que sin duda había despertado la gran hoguera
encendida por los recién llegados.
Sin perder la
esperanza, san Borondón pidió a Dios que paralizase de nuevo al monstruo
que empezaba a despertar y Dios se avino a sus ruegos.Fuese isla fija o
monstruoso animal, el hecho es que la isla descubierta por san
Borondón acabó incorporándose al archipiélago de las Canarias, ya desde
tiempos muy antiguos conocidas como islas Afortunadas, como la octava
de ellas, aunque con la milagrosa particularidad de que solamente se
hace visible en algunas circunstancias.
Están
documentadas sus apariciones al menos desde el siglo xv y se han
preparado expediciones en su busca que, tras avistarla, no han podido
arribar a ella por el mal tiempo. La última expedición infructuosa en
busca de la isla de san Borondón fue ordenada por el capitán general de
las Canarias, don Juan de Mur, en 1721.
El 10 de agosto de 1958 el periódico madrileño ABC reprodujo una fotografía de esa isla mágica.
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