Vivimos en una sociedad completamente informatizada, en la que cada vez
más se utiliza la domótica y las nuevas tecnologías. Ansiamos tener una
sensación de seguridad, que nos envuelva y proteja, pero ¿a toda costa? Las redes sociales tan entre dicho, Internet, la telefonía móvil, los Gps, las cámaras de seguridad... ¿Realmente
merece la pena perder la libertad individual y nuestro anonimato por
una sensación de protección irreal casi de ficción? A mi juicio
rotundamente No, pero esta sociedad en la que el sistema y el feroz
consumismo nos invade, funciona como un sucio tren, que nos produce
miedo y rechazo, pero al que debemos subir. En mi ciudad a lo largo
de este año se han multiplicado por 10 las cámaras en las calles, que
manejan nuestros datos y movimientos con el demagógico pretexto de
vigilar la calle, no produciendo en absoluto nada de seguridad. Pero siempre la misma pregunta; ¿ quien vigila al vigilante? ¿existe realmente una policía del pensamiento?. La
era tecnológica se lo está sirviendo en bandeja, nos tienen
clasificados como datos y pueden tirar de ellos en cualquier momento.
Esa sensación me resulta desagradable, tienen todos nuestros ingresos
bancarios, nuestro trabajo, nuestros gastos y en qué los efectuamos,
saben cuando y dónde vamos de vacaciones, utilizan programas como el
anticonstitucional Sitel que sin orden judicial pueden grabar nuestras
conversaciones....
La telefonía móvil en su modalidad de tarjeta
era libre hasta hace relativamente poco, tras un comunicado de las
compañías obligando a documentar con nombres y apellidos los números
anónimos existentes, con la gratificación de unos míseros euros en
llamadas para los individuos más rezagados. De nada me sirve la
típica frase; si no escondes nada no debes temer, pues yo no escondo
nada, pero ansío una intimidad que no tenía en tiempos pasados. De
sobra se sabe que la tecnología llega al pueblo cuando los gobernantes
quieren, y esa reflexión me provoca pánico, temiendo y considerando,
los medios tendrán en su poder y lo peor de todo ¿ con qué intención?
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