El reglamento que hoy tiene previsto aprobar el Consell Executiu de la
Generalitat en relación con los espectáculos públicos está estructurado
en torno a dos ejes que no siempre confluyen: la libertad y la
seguridad. Dos valores que una sociedad moderna como Catalunya coloca
entre los prioritarios y por cuyo equilibrio se propone velar la citada
norma, que desarrolla una ley aprobada hace un año.
Una de las actividades afectadas por el reglamento que es un buen ejemplo de esa compleja ecuación es la de los after hours,
que hasta ahora se han movido en la más completa alegalidad pero que
cuentan con un volumen de público no despreciable. La normativa de la
Generalitat les da por vez primera carta de naturaleza, pero al mismo
tiempo les impone unas condiciones que cabe considerar sensatas: estar
situados a un mínimo de 500 metros de cualquier zona residencial,
disponer de vigilantes de seguridad privada, porteros que controlen el
acceso, servicios de asistencia sanitaria y un aparcamiento propio. No
será fácil que todos los locales del sector puedan cumplir estos
requisitos, pero, como en tantas otras actividades, los que demuestren
más profesionalidad y capacidad de adaptación a las exigencias
administrativas saldrán reforzados. Lo mismo cabe decir de las
discotecas para adolescentes, que estarán vetadas a personas de más
edad, y a la obligada presencia de cámaras o sensores para controlar que
no se sobrepasen los aforos, un factor de riesgo demasiado frecuente en
muchos locales de ocio y entretenimiento. Y quizá aún más importante
será que los porteros de discotecas deban pasar un curso de formación y
un test psicotécnico por parte de la Generalitat. También en los locales
donde se ejerza la prostitución deberá haber un vigilante privado de
seguridad por cada 50 clientes. Junto a una mayor exigencia de
seguridad, el reglamento de espectáculos debe ser una herramienta que
permita conciliar mejor el derecho individual a la diversión y el
derecho colectivo al descanso. En una sociedad donde el yo ha
adquirido una importancia creciente y lo común muchas veces no se valora
debidamente, que una norma se proponga reforzar los intereses generales
es una buena noticia. http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/20100831/reglamento-para-convivencia/458552.shtml
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