"Es necesario que los sindicatos sean independientes de la política",
afirma un miembro destacado de la Unión General de Trabajadores, que,
desencantado por la actuación de su organización, denuncia "la profunda
crisis" por la que atraviesa su sindicato. Y es que la crisis económica,
en lugar de aumentar la afiliación sindical como ha sido habitual en
las coyunturas anteriores, está mermando la capacidad de los sindicatos
para atraer a trabajadores. Así lo confirman los datos facilitados
por la afiliación de la Confederación Sindical Internacional (CIS) de
finales de 2009, que enmarca la adhesión a los sindicatos en 1,2
millones de afiliados para Comisiones Obreras, por lo que continúa
manteniendo el liderazgo y su posición como fuerza sindical mayoritaria,
810.000 afiliados para UGT, seguidos por ELA, con 115.000, y
USO, con 110.000 afiliados. La adhesión se tambalea Así
las cosas, el sindicato de Cándido Méndez registra una caída de casi un
10% en relación con los datos de 2005, cuando la organización
registraba 888.414 cuotas de afiliados, según datos del propio
sindicato. Mientras que la for- mación liderada por Ignacio Fernández
Toxo, aunque no ha perdido adhesiones, sí está sufriendo un frenazo en
el crecimiento de sus afiliaciones.
En los años 2006 y 2007, CCOO registró una subida de afiliación
del 4,5%, incrementando el ritmo hasta el 9% en 2008, cuando a finales
de ese año recogía un balance de 1,2 millones de cuotas de afiliados.
De hecho, estos resultados fueron el aval que presentó José María
Fidalgo en el IX Congreso celebrado el pasado 19 de diciembre de 2008.
No obstante, el resultado de 2009 no ha sufrido ninguna mejora y
continúa estancado en los 1,2 millones, según datos ofrecidos por la
organización.
Evidencia de ello es que meses después de que llegara Toxo a la
secretaría general de Comisiones Obreras, la organización retiró un
cartel informativo de la puerta de la sede central, que se encuentra en
Madrid, en el que durante toda la etapa de Fidalgo se informaba de la
evolución de afiliaciones. En crisis, debería subir la cifra Con
la llegada de la crisis económica, los sindicatos se convierten en la
única opción de muchos trabajadores para negociar los cambios que
implica la situación económica en sus condiciones laborales, así como
para defender su puesto de trabajo. Y es que durante 2009, los
Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) se multiplicaron por cinco,
alcanzando casi los 500.000 expedientes, y la negociación salarial
se complicó hasta tal extremo que, a finales de 2009, pudimos ver
amplias baterías de huelgas en sectores como el Metal. Todos estos
factores influyen en un aumento de la conflictividad laboral.
De hecho, las horas de trabajo perdidas en España durante los meses
de enero y febrero de 2010 ascendieron a 5.635.122, como consecuencia de
las 230 huelgas conta- bilizadas, según los datos del informe sobre
conflictividad laboral realizado por CEOE. Respecto al mismo periodo de
2009, el número de huelgas creció un 85,48%.
"En momentos de crisis, la duración de las adhesiones son muy cortas.
Los trabajadores que tienen problemas se afilian durante cinco o seis
meses hasta que resuelven su conflicto, después se quitan", explican
miembros de las organizaciones de trabajadores. Esto supone que, a pesar
de responder a afiliaciones cortas, el monto de inscripciones aumenta
susceptiblemente. Por ejemplo, durante la crisis de 1993, CCOO
mantuvo un ritmo de crecimiento aproximado al 2% durante toda la
coyuntura.
Además, si el trabajador acaba en el desempleo, los sindicatos
mayoritarios dejan a estos afiliados exentos de pagar la cuota durante
varios meses o con una fuerte reducción del coste. Después, si todavía
no ha encontrado trabajo, en el caso de UGT, se beneficia de una rebaja
del 75%, por lo que tan sólo pagará 2,5 euros de forma mensual. En
situaciones normales, la cuota de este sindicato es de 10 euros al mes,
según explican fuentes de las secretarías de organización. Desencanto
por los sindicatos No obstante, la actuación de estas fuerzas
históricas en esta crisis ha frenado el ritmo de afiliaciones e,
incluso, en UGT ha causado pérdidas. Y es que el inmovilismo que han
demostrado estas organizaciones durante la coyuntura les ha pasado
factura. "Las huelgas nunca se hacen porque haya crisis", respondía
Ignacio Fernández Toxo, cuando le preguntaba si iban a salir a la calle
para protestar en contra de la actuación del Gobierno.
El desencanto que sienten los ciudadanos por los sindicatos no sólo
se percibe en una caída de afiliaciones, sino también en el seguimiento
de sus concentraciones. Esto se puso de evidencia en la convocatoria de
huelga de la Función Pública, que denunciaba la rebaja de sueldo de los
funcionarios. El paro sólo tuvo un seguimiento del 11%, según cálculos
del Gobierno.
Además, la huelga de Metro de Madrid, en la que no se han respetado
los servicios mínimos, organizando así un fuerte caos en al capital del
país, fue un punto de inflexión para la percepción de los representantes
de los trabajadores por los ciudadanos. "Los sindicatos no quieren
hacerle la huelga a Zapatero, ahora dicen que la harán el 29 de
septiembre y mientras tanto a Esperanza Aguirre se la hacen ya y total",
clamaba un ciudadano afectado por la huelga de Metro.
Después de dos años de crisis, el descontento también se empieza a
asentar dentro de los propios sindicatos, sobre todo en UGT, donde
algunos representantes de importantes sectores han manifestado la
necesidad de actuar en varios comités celebrados. No sólo piden que se
convoque una huelga, sino también que se establezca cierta distancia con
el Gobierno.
Y es que Cándido Méndez ha sido uno de los grandes apoyos del
presidente del Gobierno para garantizar la paz social durante una de las
mayores crisis económicas que ha vivido nuestro país. José Luis
Rodríguez Zapatero ha mantenido al líder ugetista totalmente informado
de todas sus actuaciones. De hecho, ya es sabido, tal y como publicó
este periódico, que el mismo día que el Gobierno anunció el plan de
ajuste, que recortaba protección social, Zapatero telefoneó al
representante de UGT minutos antes de presentar las medidas en el
Congreso. Por supuesto, la respuesta sindical a este recorte se plasmó
en una manifestación, que tampoco encontró demasiado seguimiento.
"Muchos de mis compañeros de la UGT, que han estado afiliados toda la
vida, ahora prefieren dar ese dinero a alguna ONG y se han
desapuntado", apunta un miembro del sindicato, que explica que los
núcleos de fuerza de la organización son Asturias y Andalucía y "están
sumidos en una fuerte crisis". "Los valores sindicales han cambiado y ya
no dicen nada a las jóvenes generaciones" explica. "Se debería mantener
la independencia".
Eso sí, la prueba definitiva para los representantes de los
trabajadores será la huelga general organizada para el 29 de septiembre,
con la que se pretende frenar la reforma laboral aprobada por el
Ejecutivo.
Los sindicatos ya no tienen margen para registrar un nuevo fracaso.
Para asentar su liderazgo deberían repetir el paro de 2002, cuando José
María Fidalgo, al frente de CCOO, junto a Cándido Méndez, pararon el
país el mismo día que España, que ostentaba la presidencia de la UE,
acogía un Ecofin.
http://www.eleconomista.es/economia/noticias/2303416/07/10/Ya-no-tienen-credibilidad-UGT-pierde-afiliados-y-CCOO-frena-las-adhesiones.html
|